Viernes, 11 de diciembre 2020 por Begoña Del Teso en El Diario Vasco.
Su padre se llama Pello. Mari José su madre. Kontxi su abuela, que el lunes cumplió 86 elegantes años. Edurne, su tía, la ‘princesa libre’. A esa familia ha dedicado sus dos primeras colecciones de bolsos esta ‘ingeniera del calzado’ que estudió en Florencia, hizo prácticas en ¡Chanel! trabaja en la renombrada alpargatería Juncal Aguirre y se inspira en Lanzarote.
– ¿Zapatera prodigiosa o diseñadora de bolsos de esos exclusivos, troteros, mutantes y con herrajes de alta tecnología?
– Llámame ‘ingeniera’, si quieres. Nuestros maestros florentinos insistían en eso; para diseñar y hacer realidad un zapato, un bolso o un complemento se necesita no solo arte, no solo ingenio, no solo imaginación e inspiración. Es imprescindible conocer de volúmenes, de superficies, de tensión de materiales. Si ingeniero es aquel que imagina, diseña, crea y materializa un eje para la máquina herramienta, ingenieros somos quienes hacemos eso con sedas, pieles y cueros.
– Así que tuviste maestros florentinos… suena casi maquiavélico pero también muy hermoso.
– Profesores de la Toscana y profesores de medio mundo. Estudié en el Politecnico Internazionale della Moda. Recuerdo la villa, la maravillosa Favard, en donde estaba situado el campus. Conviví con 2.000 estudiantes. De 75 nacionalidades, Una cosa se me quedó grabada, muy grabada.
– ¿Solo una?
– Muchas otras, también, pero descubrí la diferencia entre quienes estudiaban porque eran hijos o hijas de empresarios de moda y tenían que sacar adelante el negocio familiar y quienes, a pesar de que iban a hacer de la moda su modo de vida, habían elegido el oficio por pura pasión.
– Tú estabas en el grupo de apasionados. Dime, ¿qué es esa historia de los escaparates de Donostia, historia que podemos juntar con ese viaje largo y enrevesado Urretxu-Ubrique-Elda?
– De pequeña los domingos venía con mi padre a Donostia a ver ¡zapaterías! Ayestarán, siempre. Foxter, en el 25 de Urbieta. Adoraba y adoro los zapatos. Te definen, te complementan, realzan tu figura. Los amo. El viaje fue no por cuestión de calzado sino por mi primera colección de bolsos. Que como la segunda firmo con la N y la E de mi apellido. Las tarjeta me las hicieron Marta y Jorge, impresores de Colortek.
– ¿Qué ibais buscando?
– Los mejores curtidores, los mejores marroquineros, los que mejor supieran hacer buenos herrajes para enganchar las correas al bolso. En Ubrique los había, claro, pero me pedían que produjera 500 bolsos de cada modelo.
– ¿500? Ni que fueras una de esas marcas implantadas en la ‘Milla de oro’ de Donostia.
– ¡Por Dios! Ni siquiera había empezado ni tenía ayudas de ninguno de esos organismos que dicen impulsar el emprendimiento… Al final, en una feria del calzado en Elda me dieron el contacto de quien hoy me hace los bolsos. Es joven y atrevido. Al principio no dábamos con lo que buscábamos. Luego lo hicimos. Ahora cuando alguien me pide su contacto respondo que…
– …Es información privilegiada.
– Conseguida después de tirar muchas millas y llenar muchas veces el depósito de gasolina del coche de mi padre. Una relación afianzada luego de muchas pruebas que se quedaron en un cajón.
– Vuelvo a preguntártelo, si eres diseñadora de zapatos, ¿por qué te has lanzado a crear bolsos?
– Porque como diseñadora de calzado soy muy feliz en Juncal Aguirre, referencia mundial de la alpargata. Una empresa familiar en la que la segunda generación se ha puesto como objetivo para estos tiempos lanzar la alpargata de usar en casa y la alpargata de invierno, siempre con esa suela de fibra de yute tan natural. ¿Sabes? En JA la mayoría somos mujeres. Y unas cuantas son navarras.
– Vaya, se podría decir que la tradición, la leyenda de las ‘ainarak’ continúa. ¿La recuerdas?
– ¡Cómo no! Aquellas muchas navarras que en otoño abandonaban a pie los valles del Roncal y de Salazar dirección Mauleón, donde cosían alpargatas hasta la primavera. Su historia fue hermosa y muy dura…
– Me gustan los nombres que has puesto a tus bolsos: ‘Gioia’, ‘Gio’, ‘Brina’, ‘Sella’, ‘Famara’, ‘Teguise’, ‘Arrieta’, ‘Haria’…
– Algunos son homenajes a las mujeres de mi familia, a esa abuela mía a la que le duelen un poco los huesos, vacila, solo un poco, al caminar y debe llevar su bolso muy pegado al cuerpo, muy seguro y no puede ser demasiado grande. Busco nombres que hagan referencia a la libertad, juego con el sonido del euskara y me gusta que uno de mis diseños se diga ‘Gioia’, que significa ‘alegría’. Otros son nombres de pueblos de Lanzarote, nombres guanches.
– Extrañas algunas formas…
– El más elegante, en negro y oro, semeja la de un diamante aunque algunos me digan que es el símbolo de… ¡¡¡Superman!!! Tengo otro que si vas a una reunión de la junta directiva de tu empresa es bolso pero cuando sales de ella y te sientes dueña de tu tiempo y destino se transforma en mochila.
– Y ahí te sientes ingeniera, ¿no?
– Exacto.